lunes, 30 de junio de 2014

Transparencia y participación: pilares de la democracia

Los militantes socialistas nos encontramos ahora inmersos en un periodo francamente interesante y esperanzador. Parece que, por fin, comenzamos a avanzar y a reconstruir un partido en el que todos los militantes se conviertan en un activo dejando de ser meras comparsas a las que se movilizaba exclusivamente en periodos electorales. No tengo ninguna duda de que es un camino difícil y que no está exento de riesgos, incluso involucionistas. Puede suceder que, después de ensayar nuevos métodos más democráticos de gestión interna, se pierdan elecciones. Si así sucede la culpa no será del cómo sino del qué. Si nuestras propuestas no convencen al resto de los votantes, nada se puede hacer salvo tratar de convencer. Lo que debería ser irrenunciable es el método democrático de gestionar el partido.

Puede parecer que este asunto solo atañe a los militantes del PSOE, o como mucho a los simpatizantes. Nada más lejos de la realidad.  La evolución democrática interna que se promueve, y que apenas estamos comenzando a realizar, forzosamente debe reflejarse en el programa del partido. El PSOE debe liderar la necesaria reforma de las instituciones transformando la dinámica negativa actual y apoyándonos en las libertades y la democracia, devolver el poder a su legítimo dueño, los ciudadanos. La participación y la trasparencia deben ser los dos pilares fundamentales en los que se debe basar la actividad política. Y esta afirmación es válida tanto para el gobierno de Europa, de España, de la Comunidad de Madrid o de Miraflores de la Sierra.


El poder ejecutivo, ya sea el presidente de nuestro gobierno, de nuestra comunidad autónoma o nuestro alcalde, han sido elegidos para tomar decisiones. Decisiones apoyadas en el programa electoral por el que fueron elegidos y que se comprometieron a cumplir.

Lógicamente, durante cuatro años muchas circunstancias cambian y todos entendemos que hay propuestas que no se pueden cumplir aunque existiera el compromiso previo. Es en este momento cuando es obligación del gobernante explicar las razones por las que determinada promesa  no se va a plasmar. No deberíamos aceptar que se eche la culpa a la herencia recibida, a las circunstancias económicas, a Bruselas o a la Comunidad de Madrid.

Los ciudadanos tenemos derecho a conocer las razones por las que los políticos toman decisiones y ellos están obligados a darlas. Lamentablemente esta incuestionable obligación raramente se cumple. En alguna ocasión he tenido la oportunidad de escuchar a algún cargo electo argüir que no tiene por qué dar explicaciones de lo que hace ni a los militantes de su partido ni al resto de ciudadanos. Con informar de vez en cuando es suficiente.  Obviamente estos casos son un ejemplo claro de lo que piensan algunos de nuestros políticos: Trasparencia cero, votarme cada 4 años y del resto me ocupo yo que ya sabré qué es lo mejor para vosotros.  Desde mi punto de vista debemos acabar con este tipo de político y exigir un compromiso, o incluso una norma que obligue a todos los cargos electos a dar cuenta si no de sus tareas diarias, al menos de las razones por las que se toman las decisiones. No se trata de que preparen informes exhaustivos pero sí de saber a qué dedican su tiempo. En la mayoría de los casos nos asombraremos de la cantidad tan enorme de tiempo  que dedican a las tareas para las que son elegidos, sin apenas descanso ni fines de semana libres. También sería bueno hacer público cuál es el trabajo de todos los cargos electos aunque no reciban emolumentos por este cargo. Presiento, y ojalá esté errado, que no debe ser difícil encontrar a concejales en la oposición, sin sueldo como tal, trabajando como asesores en otros ayuntamientos gobernados por su mismo partido. En este caso debemos exigir trasparencia al contratado y trasparencia al contratante.

Pero transparente no debe ser solo la labor realizada por nuestros gobernantes sino también la gestión de las instituciones. Cuánto dinero se gasta, en qué y por qué razones debería ser un dato publicado en internet de forma sencilla, detallada y continuamente actualizada. Conocer a quién se contrata, cómo y por qué se le contrata evitaría muchas suspicacias acerca de tratos de favor y enchufismos de familiares o compañeros de partido.

La transparencia es esencial para el funcionamiento de la democracia puesto que es el único medio que garantiza la eficiencia del mismo evitando tentaciones, errores e injusticias.

Por otro lado es fácil entender que hace no tantas décadas era imposible juntar a todos los militantes de un partido para debatir y tomar decisiones. Por eso mismo se elegían unos delegados que pudieran hacerlo en representación de los militantes. Bien, hoy en día, y ya desde hace tiempo, se ha demostrado que no es necesario delegar el voto puesto que todos podemos acceder a la información y participar en debates dependiendo exclusivamente de nuestro interés y no de nuestra ubicación física. De modo que lo más justo y democrático es que cada militante tenga un voto y así se elijan los cargos directivos del partido del mismo modo que así se eligen los cargos los concejales y diputados. No deja de ser curioso que a fecha de hoy los partidos políticos más representativos en nuestro país sean los que menos gestión democrática tienen.

Pero es necesario ir más allá, no es bueno, ni justo, ni sano, limitar el papel de los electores a una votación cada cuatro años.  Los poderes ejecutivos están obligados a contar con todos los ciudadanos a la hora de tomar decisiones que no están contempladas en el programa electoral (en la mayoría de los casos incluso aunque lo esté),  no solo con la banca o con los comerciantes del lugar. Para ello las asociaciones tienen un papel de mucha relevancia. No obstante lo anterior, en algunos casos es necesario realizar una consulta pública y no hay que tener miedo a realizarla. No se está quitando poder a los cargos públicos, aunque si así fuera tampoco pasaría nada puesto que no les pertenece, pertenece al pueblo.

Siempre he pensado que el trabajo de un concejal o un diputado es digno de admiración y que en la inmensa mayoría de los casos no solo está mal pagado sino que está poco valorado e incluso menospreciado. Pero también es cierto que es una labor vocacional de servicio a los demás y que nadie está obligado a ejercerla. En cualquier caso no deben olvidar que desde el concejal de la oposición del pueblo más pequeño de España a Mariano Rajoy, todos los cargos electos tienen una responsabilidad delegada por los ciudadanos. Es decir, el poder y los privilegios que tienen no son suyos, no les pertenecen. A algunos parece que les cuesta entenderlo.

Félix Santos (FS)

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