En estos días de lluvia triste, me acuerdo de nuestros jóvenes, aquellos que son el alma de nuestro pueblo, los arquitectos del mañana. En un día como hoy, uno de tantos en este nuestro venerable y hermoso pueblo, me pregunto qué planes tendrán. Nuestros adolescentes ¿Se quedarán en nuestro municipio? ¿Buscarán las risas en los alrededores? Son preguntas lanzadas desde la lejanía, sólo pueden ser ampliamente respondidas por “los arquitectos del mañana”. En esta situación que se nos expone, surge otra cuestión ¿preguntamos a nuestros jóvenes, los escuchamos, tenemos en cuenta sus propuestas?
En el artículo de mi compañera Mº Eugenia, se nos proponía la realización de un pleno juvenil, sin duda, una idea maravillosa con la que abordar el problema de los adolescentes, con el aliciente de contar con un instituto en nuestro municipio.
Muchas veces criticamos a los adolescentes, pensamos como Sócrates: “los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y les faltan al respeto a sus maestros”. Molesta su actitud ante la vida, su “arte de pasar de todo”. Parece que entre nuestras mentalidades existe una grieta inmensa, sólo hay que construir un puente. Creo que nuestros políticos tienen ese “arte de pasar de todo”.
Me gustaría rescatar una frase de Jaume Perich que describe ese espíritu político- adolescente: “la gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad.” Si no somos tan distintos ¿por qué no construir ese puente?
Celia Redondo (CR)
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